Amaxofobia o miedo a conducir
En España hay más de 26.500.000 de conductores. El 33 % más de 8.500.000 de personas sufre amaxofobia o miedo a conducir en alguno de sus niveles y el dato más impactante es que más de 1.500.000 de conductores han abandonado la conducción por el miedo paralizante que le produce. Según este estudio realizado por Mapfre, al menos 3 de cada 10 conductores siente miedo a conducir.
¿Qué es la amaxofobia?
La palabra amaxofobia viene del griego “amaxo”; carro y “fobia”; temor. Y se conoce como el miedo a conducir un vehículo o simplemente a pensar que hay que hacerlo. Puede verse reflejado de diferentes formas, hasta el extremo en el que la fobia, afecta la vida social o laboral de la persona. No se trata solo de una desconfianza propia, sino que puede estar motivada por el temor a los comportamientos de otros conductores.
Algunas causas frecuentes de la amaxofobia o miedo a conducir
- Una mala experiencia al aprender a conducir.
- Falta de experiencia o de confianza en uno mismo.
- Haber estado mucho tiempo sin conducir.
- Haber sufrido un accidente de tráfico.
- Presión de familiares y amigos.
- Personas con un gran sentido de la responsabilidad.
La mayoría de los casos, la amaxofobia, según el estudio, lo representan mujeres. No por ser más sensibles al miedo, sino porque al parecer, son más conscientes del peligro real que representa la conducción, y piensan en las consecuencias que tendrán si les sucede algo, sobre todo si tienen familia. Otro aspecto a destacar de las mujeres, es que son más valientes al reconocer la situación y querer solventarla. muchos hombres por el “qué dirán” o “qué van a pensar de mí”, prefieren permanecer callados. Las mujeres por lo general tienen un mayor sentido de la responsabilidad.
Indicadores más comunes de la amaxofobia o miedo a conducir
- Pensamientos negativos o irracionales antes o durante la conducción.
- Pesadillas anteriores y posteriores al viaje.
- Sudor excesivo, ahogo, temblor, nerviosismo, rigidez de los músculos.
- Prisa, ganas de terminar el trayecto.
- Ataques de pánico, ansiedad, agresividad al volante.
- Incomprensión por parte de familiares y la gente que te rodea.
- Incluso se dan casos de personas que se ven obligadas a detener el vehículo ante la sensación de descontrol que los invade.
Según mi experiencia profesional acompañando a personas que sienten miedo a conducir, la situación se puede dividir en tres partes: emociones, creencias y comportamientos. Existe una relación muy estrecha entre estas partes y es importante poder separarlas y definirlas para trabajar con ellas con mayor efectividad.
Si hablamos solo de la emoción, el miedo podemos definirlo de distintas formas. Según la RAE, el miedo se puede definir como una sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario o bien como un sentimiento de desconfianza, que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea.
Según mi aprendizaje, existen tres verdades sobre el miedo:
La primera, es que todos los seres humanos tenemos miedo; en todas las personas hay algo que nos provoca esa emoción.
La segunda, es que el miedo no desaparece de nuestra vida mientras sigamos creciendo y evolucionando, es posible que cada vez que nos enfrentemos a algo nuevo o desconocido la situación nos provoque cierto miedo.
La tercera, es peor vivir con miedo que enfrentarse al miedo. El no enfrentarnos al miedo, puede hacernos sentir pequeños y si decidimos enfrentarnos, es posible que nos demos cuenta de que no era para tanto ese miedo.
El miedo puede convertirse en algo útil si elegimos hacer un buen uso de él, esta emoción no solo existe para debilitarnos.
¿Para qué nos sirve el miedo si lo vemos como algo útil?
El miedo como supervivencia:
El miedo racional en la conducción, puede servirnos de guía para saber hasta dónde podemos llegar a los mandos de un vehículo y no sobrevalorar nuestras capacidades. Cada persona tiene unas capacidades para conducir que van a depender de su estado físico y psíquico y de su experiencia en la carretera. Aceptar nuestras capacidades, es uno de los pasos que convierte nuestra conducción en una conducción preventiva y segura.
El miedo como búsqueda de alternativas:
Cuando sentimos miedo racional ante una situación, es porque quizás en el pasado, hemos vivido o hemos visto a otros vivir una mala experiencia relacionada con ella y no nos gustaría pasar por lo mismo. Por ejemplo, si alguna vez hemos rozado el coche al aparcarlo o hemos visto a la persona que conducía hacerlo, es posible que, al volver a enfrentarnos a la misma situación, nos produzca inseguridad o miedo. Saber el resultado que podemos tener, nos hace buscar alternativas que nos ayuden ante la situación. En el caso del aparcamiento, se podría buscar un sitio más grande, hacerlo muy despacio incluso apeándose del vehículo para mirar, que nos ayude otra persona y seguro que si recurrimos a la creatividad se nos ocurren otras alternativas.
El miedo que nos hace salir de la zona donde nos movemos habitualmente:
Salir de la zona habitual, al principio puede resultar aterrador para nosotros. El miedo puede terminar siendo una guía de a qué debemos enfrentarnos y qué barreras debemos romper. Por ejemplo, para gestionar la conducción, saber para qué está ahí ese miedo, puede ser un primer paso en ese camino que debes seguir para conseguir el éxito.
Para algunas personas, salir de la zona donde está habituado a estar, lo pueden entender como aventurarse a lo desconocido o meterse en la zona de expansión que llaman, donde todo parece complicado y duro para conseguir el objetivo o para cambiar aspectos de su vida. Un paso difícil de dar, un paso de valentía. A mí me enseñaron a llamarlo zona de aprendizaje, si es verdad que es un camino lleno de curvas y pendientes, pero también es un camino lleno de aprendizaje. Un aprendizaje que o bien se queda como conocimiento: “he aprendido una cosa más”, o bien si lo repito y lo integro en mi vida se convierte en una conducta, en algo más de tu vida, y eso es lo que se busca en este caso, que la conducción se convierta en una opción. Utilizar la zona de aprendizaje para conocerte a ti mismo, donde puedes descubrir tus fortalezas y debilidades, lo que de verdad quieres, para qué lo quieres, con qué cuentas y demás, te puede facilitar mucho las cosas. Todo este aprendizaje te va a llevar a conseguir lo que de verdad te propones.
Otras personas necesitan preparase bien antes de salir de su zona habitual, explorarse a sí mismos: sus valores, fortalezas, debilidades y/o cuestionarse las creencias entre otros aspectos. Imaginemos que estamos sentados al borde de un precipicio, ¿qué pasaría si estando ahí sentados, saltamos sin más? Lo más probable es que nos estrellemos al caer ¿no? Para que eso no pase, desde el borde, podemos tomar conciencia de la situación y ver qué vamos a necesitar para saltar con seguridad.
Se nos pueden ocurrir diferentes artilugios para saltar, pero ¿qué te parece un paracaídas? Una vez decidido lo que vamos a utilizar, en este caso un paracaídas, podemos diseñarlo para conseguir su máxima efectividad: color, forma, valores, creencias, actitudes, aptitudes, etc. Una vez que lo tengamos todo listo podremos saltar con confianza y seguridad. De esta manera, permanecer en la zona habitual también puede ser una buena opción.
Conocer nuestro miedo nos va a llevar a valorar cuales son las herramientas que necesitamos para poder gestionarlo. Qué cosas vamos a llevar y cuales vamos a sacar de la mochila que nos acompaña en la vida.
En la segunda parte os contaré, desde mi punto de vista, cómo se relaciona la emoción con los pensamientos y creencias y de qué manera influye todo en nuestro comportamiento.
“El miedo nos afecta a todos, pero si somos capaces de contemplarlo atentamente, acabamos librándonos de su garra y conectando con la alegría”. Thich Nhat Hanh